domingo, 8 de noviembre de 2009

Y la inspiración llega... ¿cuándo?

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Realmente estaba tentada a hacer de de esta una entrada futbolera con toda mi ira volcada en ella, ira y pasión y decepción y alegrías y desventuras. Porque el futbol mueve mi vida y...

(saltemos el memorable discurso de como me sentí por la eliminación de la selección mexicana sub-17 del mundial y el horrible desempeño de Tigres, mi stupid equipo, en esta campaña, además de las alegrías que me da el Barça en compensación. Jo ;w;)

Pero no mis niños, no, no os torturare con mi fangirlismo futbolero, no hoy al menos. Hoy toca entradita con una redacción by me~ He tomado la resolución de ponerme a ello (es decir a la redacción) y ya hasta tengo maestra y to´o, mi linda Isa-chan que oh! alabada seas por cuanto me aguantas y complaces en mis caprichos fanfiqueros, cosa monosa~!! Isanami es increíble escribiendo, y tal como me ha dicho precisamente ayer, todos podemos mejorar hasta ser tan gradiosos como ella :D (bueno, bueno, no a dicho eso exactamente, pero me gusta halagarla, y que y que y que XD)

En-ton-ceeeees, les dejo con el relatillo, que me a costado un montón ya que no suelo escribir en primera persona (literariamente hablando); creo que más de una neurona a salido dañada en este intento épico por sacar algo que no sea en tercera persona. Disfruten~

"El último libro"

Había un libro grueso y de portada increíble sobre el estante más cercano a la puerta de mi habitación cuando entré. ¿Cómo había llegado allí? La respuesta se hizo evidente un segundo después de que me lo pregunté: él lo había dejado ahí, para mí.

Lo cierto es que el libro le venía bien a la fachada general de mi cuarto, un espacio pequeñito e inimaginablemente atropellado por mis intentos de darle un aspecto menos caótico y más propio de mí, la chica sin una gota de talento decorativo que gusta de lo simple y bello. Sí, el libro le venía bien, porque no necesitaba estar colocado de una forma especial o en un lugar específico para que luciera y embonara con el ambiente... Tan solo estaba sobre mi estante, y aún así tenía aires de grandeza, medio salido de la madera.

Me acerqué a la repisa (un paso me bastó), y alargué el brazo para alcanzarlo cuando en el trayecto mi mano derribó uno, dos, tres... ¡cinco libros! Maldije para mis adentros por la tontería de retrasarme en tomar el objeto de mi deseo de aquella manera. Pero no podía dejar mis libros abandonados en el frío suelo de mi habitación, les había tomado demasiado cariño como para hacerles sufrir así.

Julio Verne me miraba desde el piso con sus "20, 000 leguas de viaje submarino" martillándome los pies. Lo levanté. Pero mi escritor favorito se ensañaba con migo por tan terrible traición como lo era el haberlo arrojado al suelo, y el "Viaje al centro de la tierra" parecía querer tragarme con la portada, secundado por la "Isla misteriosa" y una impasible "Vuelta al mundo en 80 días". Antes de que pudieran consumirme me apresuré a recogerlos sacudiéndoles el polvo. Levanté también a Alicia, que en su país de las maravillias no merecía seguir en el suelo.

Pese a que pudiera sonar tonto, confieso que me sentí culpable por haberlos tirado del estante. Suceso insignificante para otros, inaceptable para mí.

Los libros me han dado mucho más de lo que puedo expresar, en muchas más ocaciones de las que puedo recordar y tanto más de lo que suelo necesitar. Por eso estaba tan ansiosa de tomar aquel nuevo libro que tan naturalmente esta en la repisa, como queriendo decir: "¡Ey! ¡Pertenezco aquí!, ¡Y tú me perteneces a mí!"

He de agregar que un motivo extra que me impelía a querer tanto aquel libro era la persona que lo había puesto allí. Después de todo no podía pensar en la mayoría de mis títulos favoritos sin recordarlo a él, porque compartíamos infinidad de libros en nuestra lista de preferidos. Entoces él obtenía también lo que libros regalan tan gustosamente, podía comprender lo que tanto apreciaba yo de ellos y compartirlo con migo siempre. Y la fórmula era perfecta.

Al fin puede alcanzarlo. El libro tenía un dragón en la portada: fantasía, mi género favorito. Las 600 y tantas de páginas no me asustaron en lo más mínimo; cualquiera lo hubiera notada al ver la sonrisa que cruzó mis labios. Lo acerqué a mi rostro para olfatearlo, me encanta el aroma de las hojas nuevas. Pero pude percibir que olía a algo más.

Fue entoces que abrí el hermoso encuadernado justo en el comienzo del primer capítulo, cayendo un pétalo de rosa roja en mi regazo. Busqué el segundo capítulo, y dos pétalos más se unieron al anterior, tercer capítulo, tres pétalos... Al séptimo capítulo con sus respectivos siete pétalos dos lágrimas gruesas se escaparon rebeldes de mis ojos, hundiéndose sobre la portada plastificada del libro que había cerrado de golpe.

Era tan injusto que aquello que más disfrutaba fuera usado como regalo de despedida, provocándome un leve sentimiento de desprecio. Si ese libro significaba un ádios, ¿sería capaz de rechazarlo con tal de no despedirme?

Entoces lo comprendí. Había sido un chico listo y yo una chica demasiado predecible. Él sabía que no podía negarme a un libro así, y lo usó para hacer de su partida algo menos dolorso, un acontecimiento entremezclado con la fantasía de su regalo que probablemente no me dejaría amargo sabor de boca.

 Cuato, cinco, seis... más lágrimas desobedecieron el férreo mandato de no brotar.

¿Qué se puede hacer cuando el dolor es ineludible y la felicidad se sitúa solitaria, como un susurro, detrás del dolor esperando a que este le de una oportunidad?

Ahí estaba mi susurro, mi libro querido. Y allá iba mi dolor, tan grande que las lágrimas eran solo el comienzo.

¿Podría el regalo llenar el vacío que el obsequiador estaba dejando? No podía. Definitivamente no.

Y aún así me aferré con todas mi fuerzas apretándolo contra mi pecho, hasta el día de hoy, convirtiéndolo en el volumen más desgastado de mi respisa, habiendo ganado a Picaporte y al conejo blanco por mucho. Me aferré y me aferré al libro, porque los libros me han dado más de lo que puedo contar, más de lo que puedo recordar y a partir de entonces más de lo que puedo soportar, y sin embargo, lo soporto. Siendo todo lo que me quedaba de mi fórmula perfecta tenía que aferrarme.

Mi querido libro de portada increíble se convirtió en aquello en lo que solo podía soñar, volviéndose mi más grande amor, mi más grande temor.

Había un libro grueso y de portada increíble sobre mi estante, esperando a ser leído. Esta de más decir que el libro era... bueno, realmente esta de sobra ¿no?
                                                                                                         

 Y no, no les diré el nombre del libro XD, es demasiado obvio que salta a la vista... al menos a mi me salta a la vista, y con eso me basta, shalala shalala.

Boletín mini-informativo: no estoy haciendo ejercicio a pesar de mi promesa de no ponerme como una modelo de Botero, pero tengo justificación! D: contractura musular en la espalda, no es bonito ¬¬

Weeeeno, hoy puedo morir en paz, tareita hecha (y es domingo! woha! hizé tarea en fin de semana!), entradita posteada, móvil con suficiente saldo y una vista increíble del cielo nocturno cerrado, con solo la luna asomandose tímidamente.

... Vieron como no soy tan superficial? VIERON?

A divagar mis niños~!!

2 comentarios:

Miguro dijo...

Aggggggg...
Mejórate, la verdad es que Botero simepre tuvo un gusto esto...peculiar...por cierto, no sabía que hicieras relatos, en fins, qué entrada más larga ta salido

P.D: Respecto a equipos de fútbol, el Sporting Cacerolas F.C. es el mejor del mundo jajajaja!!!

Valeria E. dijo...

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Lo peor no es lo largo que se ve, si no que lo hice todo al teclazo, el maldito blogger no me dejo hacer copy + paste de mi relatillo.

Yo te maldigo blogger!!! ¬¬#

además, yo apoyo la campaña mundial pro-post largos en los blogs, es una causa muy noble~

PD para tu PD ::: Cacerolas? XDXDXD me da hambre solo de leerlo XD... arriba el Barça! =P *se va corriendo como desquiciada*